Existía un pueblo, famoso por la cantidad de monos. Un día llegó un comerciante y dijo que compraría muchos monos a U$S 100 cada uno.
Los aldeanos pensaron que ese hombre estaba loco: ¿cómo alguien puede comprar monos callejeros a U$S 100 cada uno?
Aun así, algunas personas atraparon algunos monos y se los dieron a este comerciante y él pagó U$S100 por cada mono.
Esta noticia se extendió como un reguero de pólvora y la gente atrapó monos y se los vendió al comerciante.
Después de unos días, el comerciante anunció que comprará monos a ¡U$S 200 cada uno !
Los aldeanos también corrieron para atrapar a los monos restantes y los Vendieron a 200 dólares cada uno
¡Entonces el comerciante anunció que desde ahora compraría los monos a U$S 500 cada uno!
Los aldeanos, desesperados, buscaron sin descanso pero como los monos ya eran muy pocos, capturaron seis o siete, que eran todos los monos que quedaban, y obtuvieron 500 dólares por cada uno.
Entonces el comerciante anunció que se iría a su casa por una semana, y cuando regrese, comprará monos a 1000 dólares cada uno.
Le pidió a su empleado que se hiciera cargo de los monos que había comprado, que cuide bien la enorme jaula, y se fue.
Los aldeanos estaban muy tristes ya que no quedaban más monos para venderlos a U$S1000 cada uno.
Entonces, el empleado les dijo que venderá algunos monos a 700 dólares cada uno, pero en secreto.
Esta noticia se extendió como fuego. Dado que si el comerciante compra cada mono por 1000, hay 300 dólares de ganancia para cada mono.
Al día siguiente, los aldeanos hicieron una larga cola cerca de la jaula.
El empleado vendió todos los monos a 700 cada uno. Los ricos compraron monos en grandes lotes. ¡Los pobres tomaron prestado dinero de prestamistas de dinero y también compraron monos!
Los aldeanos se ocuparon de sus monos y esperaron a que el mercader regresara.
Pero nadie vino. El comprador de monos jamás volvió. Intentaron buscar al empleado que le había vendido los monos, pero tampoco estaba.
Los aldeanos se dieron cuenta de que habían comprado los inútiles monos callejeros a 700 dólares cada uno y no podían venderlos.
Conclusión
La historia de los monos refleja perfectamente lo que sucede hoy con muchas estafas relacionadas con criptomonedas y activos financieros dudosos. En ambos casos, los estafadores crean una burbuja de especulación, prometiendo ganancias rápidas y aseguradas. Al igual que los aldeanos, las personas caen en la trampa, impulsadas por la emoción y la promesa de dinero fácil.
Primero, el precio sube lentamente, lo que genera confianza en los "inversores". Luego, cuando el valor alcanza cifras desorbitadas, las personas invierten sus ahorros, piden préstamos o ponen en riesgo su estabilidad financiera, creyendo que están a punto de hacerse ricos. Al final, los estafadores desaparecen, dejando a las víctimas con activos que no valen nada, tal como los monos en la historia.
En el mundo de las criptomonedas y otros activos digitales, ocurre algo similar. Muchas veces, la gente invierte sin comprender realmente lo que está comprando, dejándose llevar por la promesa de ganancias rápidas. Cuando el valor de esos activos cae o los promotores se esfuman, las personas se quedan con una inversión vacía y sin manera de recuperar su dinero.
La moraleja es clara: antes de invertir en algo que suena demasiado bueno para ser cierto, es importante informarse, analizar los riesgos y evitar dejarse llevar.
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