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Foto del escritorPablo Petruccelli

El partido de la muerte -Historia Real



En la Unión Soviética el fútbol gozaba de una inmensa popularidad y había un equipo que concentraba toda la alegría y el desenfreno cuando la pelota rodaba entre sus pies: El Dinamo de Kiev. El club ucraniano estaba integrado por la policía y el ejército rojo.

En 1942 la ocupación nazi en la ciudad cayó como un mazazo y el fútbol fue suspendido. Las calles se convirtieron en un infierno y había miles de mendigos tratando de subsistir con la caridad.

El célebre arquero Nikolai Trusevich fue alojado en una panadería y con la ayuda del dueño encontró a otros compañeros de equipo.

Se reunían con frecuencia para jugar entre ellos en campos llenos de lodo y pese a la desnutrición que padecían, encontraron en el fútbol un motivo para seguir viviendo.

El dueño de la panadería, Josef Kordik, tuvo una idea: Organizar algunos partidos entre el ejército alemán y sus estrellas del Dinamo que adoptaron el nombre de FC Start.

Derrotaron sistemáticamente a varios equipos, entre ellos al Flakelf, formado por militares de la aviación alemana. Estos pidieron la revancha y el partido quedó fijado para el 9 de agosto en el estadio del Zenit.

Los germanos pusieron en esta contienda mucho más que el deseo

de ganar, estaba en juego el orgullo del conquistador que no podía ser derrotado. El árbitro, un oficial de las SS, pidió a los jugadores que hicieran el saludo nazi ante las autoridades presentes antes del partido, ellos se negaron rotundamente. En el entretiempo, otro oficial los visitó para intimidarlos con amenazas de muerte. El segundo tiempo tuvo signos de dramatismo, la violencia de los jugadores alemanes, la parcialidad del árbitro y los gritos enloquecidos de las tribunas. Los héroes de Kiev marcaron 3 goles más y el partido tuvo un cierre inverosímil. Un delantero eludió al arquero y cuando iba a marcar otro gol, se dio vuelta y arrojó el balón hacia el centro del campo. La derrota humillante de los alemanes fue demasiado para su orgullo. Todos los jugadores del Dinamo fueron arrestados por la Gestapo, enviados a campos de concentración y fusilados. Ese fue el precio por haber disputado sin miedo el partido de sus vidas, el partido de la muerte.

En ocasiones algunos hombres deben enfrentarse a desafíos singulares en los que hay mucho que perder y todas las circunstancias son adversas. En esa instancia una persona ordinaria se entregaría mansamente por miedo a sufrir las consecuencias. Sin embargo, como los héroes de Kiev, aún en el filo de la cornisa hay algo más grande que la adversidad, las fuerzas que están escondidas en las entrañas, en el corazón. Esa energía es arrolladora. No tiene adversarios ni teme a la muerte. Está impulsada por las caricias de la gloria, la madre de todas las hazañas.

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