Cien sabios consejos que Nicolas Maquiavelo en "El Principe" ni Sun Tsu en su "Arte de la guerra" supieron resumir tan bien. Sabias vivencias tomadas de los errores de los mas reconocidos villanos para que no te vuelva a pasar. Ahora si vas a poder ser un malvado exitoso. En cuatro entregas que no tienen desperdicio...
Mis Legiones del Terror tendrán cascos con visores de plexiglás transparente, no con visores que tapen la cara.
Mis conductos de ventilación serán demasiado pequeños para gatear por ellos.
Mi noble medio-hermano cuyo trono usurpé será asesinado, no encarcelado secretamente en una celda olvidada de mis calabozos.
Disparar no es demasiado bueno para mis enemigos.
El artefacto que es la fuente de mi poder no será guardado en la montaña de la desesperación más allá del río de fuego guardado por los dragones de la eternidad. Estará en mi depósito de seguridad. Lo mismo es aplicable al objeto que es mi única debilidad.
No me recrearé en el sufrimiento de mi enemigo antes de matarle.
Cuando haya capturado a mi adversario y él diga “Antes de matarme, ¿podrías decirme al menos qué es todo esto?” yo diré “NO” y le dispararé. No, pensándolo mejor le dispararé y entonces diré “NO”.
Después de raptar a la bella princesa, nos casaremos inmediatamente en una modesta ceremonia civil. No con un espectáculo sorprendente de tres semanas, tiempo en el cual la fase final de mi plan será desbaratada.
No incluiré un mecanismo de autodestrucción a no ser que sea absolutamente necesario. Si es necesario, no será un gran botón rojo con una etiqueta que diga “peligro: no pulsar”. El gran botón rojo, sin embargo, disparará una ráfaga de balas sobre cualquiera lo bastante estúpido para usarlo. De igual forma, el botón ON/OFF no estará claramente marcado como tal.
No interrogaré a mis enemigos en el santuario interior; un pequeño hotel alejado de mis fronteras funcionará igual de bien.
Estaré seguro de mi superioridad. Luego no sentiré ninguna necesidad de probarla dejando pistas en forma de acertijos o dejando mis enemigos más débiles vivos para demostrarles que no suponen una amenaza.
Uno de mis consejeros será un niño normal de 5 años. Cualquier fallo en mi plan que sea capaz de detectar será corregido antes de ser llevado acabo.
Todos los enemigos asesinados serán cremados, o al menos tendrán muchas balas en el cuerpo, no serán dejados para que mueran en el fondo de un precipicio. El anunciamiento de sus muertes, así como cualquier celebración, será aplazado hasta después de que se halla llevado a cabo la disposición nombrada.
El héroe no tendrá derecho a un último beso, último cigarrillo, o cualquier otra forma de última voluntad.
Nunca emplearé un dispositivo digital de cuenta atrás. Si encuentro que es absolutamente inevitable, lo programaré para activarse cuando llegue a 117, justamente cuando el héroe esté poniendo su plan en marcha.
Nunca usaré la frase “pero antes de matarte, hay una sola cosa que quiero saber”.
Cuando tenga consejeros, escucharé sus consejos de vez en cuando.
No tendré un hijo. Aunque su irrisoriamente mal planeado intento de usurpar mi poder fallará fácilmente, podría proveer una distracción fatal en un momento crucial.
No tendré una hija. Ella sería tan bella como malvada, pero una mirada al robusto aspecto del héroe y ella traicionará a su propio padre.
A pesar de su probado efecto anti-stress, no caeré en las carcajadas típicas de maníacos. Cuando estás ocupado en eso es demasiado fácil no darse cuenta de desarrollos no esperados que un individuo más atento podría percibir.
Contrataré un diseñador con talento para crear uniformes originales para mis Legiones del Terror, no usaré baratos uniformes de rebajas que les hagan parecer tropas nazis, soldados romanos, o salvajes hordas mongoles. Todos fueron derrotados al final y yo quiero que mis tropas tengan una disposición más positiva.
No importa lo tentado que esté con la posibilidad del poder ilimitado, nunca consumiré un campo de energía mayor que mi cabeza.
Guardaré una reserva de armas de baja tecnología y entrenaré a mis tropas para su uso. De esta forma, incluso si los héroes consiguen neutralizar mi generador de poder y/o dejar inútiles las armas normales de energía, mis tropas no serán superadas por un puñado de salvajes armados con rocas y lanzas.
Mantendré un conocimiento realista de mis fuerzas y debilidades. Aunque esto elimina parte de la diversión del trabajo, al menos nunca diré la frase “No, esto no puede ocurrir, soy INVENCIBLE!!!” (después de lo cual la muerte es casi instantánea).
No importa lo bien que funcione, nunca construiré ninguna clase de maquinaria que sea completamente indestructible salvo por un pequeño y virtualmente inaccesible punto vulnerable.